martes, 24 de agosto de 2010

Proyectar con el nivel de decibelios pretendido.


(Un acróbata no es una marioneta.
Consagra su vida a actividades
en las que, en perpetuo peligro de muerte,
realiza extraordinarios movimientos
de infinita dificultad, con una disciplinada
exactitud y precisión..., libre para
romperse el cuello, los huesos
y descalabrarse.)
.
.
.
...
Nadie le ha pedido que lo haga.
Nadie le debe agradecimiento.
Vive en un mundo extraordinario, el del acróbata.
Por consiguiente, lo más probable es que haga cosas
que otros no pueden hacer.

¿por qué las hace? preguntan otros. Está dándose importancia;
es un chalado; nos asusta, nos compadecemos de él;
es un aburrido.

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